sábado, 24 de abril de 2010

CRONOGRAMA

Marzo 2010
- Recopilación de información bibliográfica

Abril / Mayo 2010
- Elaboración del marco teórico
(Capítulo I, II y III)

Junio / Julio / Agosto 2010
- Formulación de antecedentes de Rediseños de heráldica.
- Análisis del estado del arte
- Concluciones
- Determinación que se le va a dar al Rediseño
(Capítulo IV y V)

Septiembre / Octubre 2010
- Etapa proyectual

Noviembre 2010
- Procesamiento de datos
- Conclusiones finales
- Presentación del informe

El Signo. Umberto Eco.

CLASES DE SIGNOS

Una clasificación general y unitaria de los signos no es viable debido a los múltiples criterios que se pueden utilizar y que se entrecruzan. Por esta razón, vamos a presentar una clasificación basada en unos criterios parciales:

Según el intérprete
a. Signos humanos: las palabras, la música, la pintura, las señales de tránsito, etc.
b. Signos no humanos: la danza de las abejas, las feromonas sexuales entre los animales, el rugido de un león, el gruñido de un perro, etc.


Según el ámbito en el que se dan
a. Signos naturales:
La capacidad de significar procede de la naturaleza misma del significante. Normalmente se consideran también signos naturales los signos involuntarios y los no intencionales: el humo como efecto del fuego, la fiebre, el olor a sudor, el llanto, la Estrella Polar, una huella en el suelo, todos los signos no humanos, etc. Todos estos signos tienen con lo significado (el referente) una relación puramente natural —sin embargo, recordemos que Umberto Eco ha escrito que los fenómenos naturales no dicen nada por sí mismos—.
b. Signos culturales:
Son producto de la creación cultural del hombre y, por lo tanto, implican una intencionalidad sígnica de parte del emisor y una actividad descodificadora de parte de un destinatario. Estos signos constituyen códigos. Los signos culturales también reciben el nombre de signos artificiales o convencionales y, en contraste con los naturales, su relación con lo significado es producto de un acuerdo o de una convención establecida por las personas o por la comunidad: el olor a loción, el color negro como símbolo del luto en la tradición cristiana, las banderas, las palabras, las esculturas, las señales de tránsito, etc.

Según su estructura
a. Signos verbales:
Estos signos constituyen un sistema con posibilidades de combinación en dos dimensiones.
La primera dimensión corresponde al medio material de su expresión (sonidos o letras) y la segunda corresponde a su significación. Por lo tanto, son signos verbales no sólo los del lenguaje oral, sino también los del lenguaje escrito. Todos los signos no humanos son signos no verbales, pero es claro que no todos los signos humanos son signos verbales. En estos signos verbales ubicamos el signo lingüístico.
b. Signos no verbales:
Son signos que carecen de las características que hemos atribuido a los signos verbales, es decir, son signos que no se articulan en dos dimensiones. Por ejemplo: la música, los movimientos de las manos de los sordomudos, las banderas, la forma de vestir, todos los signos no humanos, etc.

Según su relación con lo significado (referente)
Siguiendo la clasificación de Charles Peirce, comúnmente aceptada, Umberto Eco distingue desde este punto de vista tres tipos o clases principales de signos:
a. Íconos:
Son signos cuya relación con el objeto que designan o evocan se basa en la semejanza figurativa o exterior, o en la igualdad de distribución de sus partes: un cuadro realista, una imagen, una fotografía, un mapa, un diagrama, etc. Un signo icónico alude con precisión a un solo referente. Para Eco, el signo icónico surge de los rasgos seleccionados por una cultura para identificar determinado objeto o concepto. Su relación con el referente se da precisamente a través de esa percepción cultural que se tiene de éste. Por tanto, se trata de una representación de segundo orden.
b. Índices:
Los índices, o signos deícticos, apuntan físicamente a su objeto, están afectados inmediatamente por él y guardan cierta conexión físico-espacial con el objeto al cual señalan: indicar con el dedo, y también muchas expresiones lingüísticas: yo, tú, él, acá, allá, éste, ése, aquél, etc. También son índices algunos signos naturales: el humo, la fiebre, el olor a sudor.
c. Símbolos:
En estos signos la relación que une al signo con su referente es el resultado de una convención, pues ni tienen semejanza con su objeto ni tampoco una conexión física inmediata con él. Esto quiere decir que la relación del signo con lo significado es arbitraria, es de pura representación, basada en una convención social: las banderas, el papel moneda, la balanza como símbolo de la justicia, la paloma como símbolo de la paz, el color blanco como símbolo de la pureza, la gran mayoría de las palabras, etc.

lunes, 19 de abril de 2010

PARTE II

Segundo nacimiento de la marca: la heráldica
La emergencia de los códigos simbólicos en los escudos y los blasones militantes, el “arte heráldico” tuvo una influencia notable en las marcas de identidad y de reconocimiento.
El diseño heráldico surge con una finalidad práctica como solución a definir la identidad en un campo de batalla en el que no era habitual entonces el uniforme diferenciado de cada una de las partes. Esta necesidad de identificación en el campo de batalla, llevó a los participantes a establecer un código visual con el cuál se distinguía su pertenencia a un bando u otro mediante imágenes y símbolos dibujados sobre sus escudos defensivos.
Unos de los hechos más importantes que transformó los códigos visuales de la marca, fue la incorporación del color en las emblemas. La uso del color en los escudos y emblemas se utilizaba con la función de reconocimiento e identificación de los ejércitos e incluso de las personas. Estas decoraciones se combinan con un instrumento comunicacional que tiene valor de señal.
Más adelante y de manera inesperada, esta función identificadora del escudo desapareció. La armadura y el casco hicieron al combatiente totalmente anónimo, los guerreros comenzaron a utilizar el mismo uniforme lo que exigió una marca distintiva que asegurara el reconocimiento de los combatientes. Estas marcas militares de reconocimiento, el perder su importancia, se convirtieron sistemáticamente en símbolos del nombre propio de su poseedor y en símbolos de situación genealógica. Aparecen con ella la firma y la marca de propiedad y de pertenencia como ser los escudos sobre muebles, inmuebles, alfombras, vajilla, etc.

La heráldica y la comunicación
La palabra heráldica está relacionada con la palabra “heraldo”, el mensajero. Esta es un de las evidencias de las voluntad de comunicar, por un lado él mismo era un signo de identidad y a su vez, portador de mensajes.
El blasón se concentró en el escudo, la superficie plana más grande del armamento, que asumió el rol de portador de reconocimiento. Estos signos militantes se transformaron en signos representativos de las personas, familias, dinastías, de la propiedad y el derecho.
En el universo de la heráldica, las marcas y los signos son signos de reconocimiento; la marca, en heráldica, es una marca de identidad, es una especie de equivalente del nombre propio, como la firma personal, y sirve para identificar a una persona, familia o un linaje. Al mismo tiempo, puede cumplir la función de marca de propiedad, marca de pertenencia, marca de reconocimiento, marca jerárquica (escudos, uniformes, insignias de grados) o marca corporativa (gremios y oficios).
- La heráldica combina cuatro niveles visuales de sentido:
- La forma del escudo.
- Las divisiones o segmentaciones geométricas de su superficie.
- Las figuras.
- Los colores (esmaltes).

miércoles, 14 de abril de 2010

La imagen de marca. Joan Costa

PARTE I
Las marcas nacieron en el contexto comercial, no con los productos objetos de intercambio y consumo, sino con sus envases. Su función era de “significar” lo cual estaba unida a la de “identificar”.
Las marcas nacieron y renacieron a través de la historia, la cual esta ligada con el hecho de marcar por incisión o presión sobre superficies como la piedra, el barro y la piel de los animales.
Una marca es un símbolo con intención de identificar algo, ya sea por el deseo de dejar constancia de la presencia personal (mediante una simple huella o trazado sin más significación) o el recurso de identificar algo, un lugar, una dirección. Esa identidad gráfica tiene la función de dejar una huella intencionalmente. “identidad gráfica” en el sentido de la elaboración de un signo con esa intensión identificadora. El hecho de marcar es una acción dirigida a la identificación y al mismo tiempo a la comunicación.

El autor propone cuatro etapas de nacimiento de la marca.
El primero, toma parte en la alta edad media a través de las inscripciones rúnicas. Estas no eran marcas independientes sino que constituían un alfabeto. Las runas son un sistema de signos y símbolos con carácter discursivo de inscripciones textuales que se emplearon para escribir las lenguas germánicas en la antigüedad y edad media. Más adelante aparecen en los primeros edificios egipcios y de las Grecia micénica, de la mano de los canteros o cortadores que labraban las piedras para la construcción de templos, un gran número de signos y símbolos con carácter marcario.
Cunado comenzó la arquitectura propiamente dicha, los canteros comienzan a firmar sus obras con intensión identificadora. Estos signos eran parecidos formalmente a los signos rúnicos, los canteros identificaban a través de ellos sus respectivos talleres. La función de marcar, sellar o firmar, están ligadas a los valores de identidad, autenticidad y garantía.
El principio del marcaje fue a través de la acuñación de la moneda, trabajo que le correspondía a los metalistas que marcaban el metal con un “cuño”. Este mismo sistema de acuñación se utilizó en la ganadería para marcar los animales, como también se utilizó en las imprentas durante el Renacimiento que se utilizó para acuñar “tipos”.
Con el nacimiento de la moneda la actividad comercial se consolida y se internacionaliza el intercambio de productos por dinero. En el siglo VIII A.c. los alfareros toman la idea de acuñar, mancaban el barro tierno de las vasijas, ánforas y jarras cuando se encontraron con la necesidad de empacar los productos (cereales, granos, aceite, vino, etc.) que tenían que viajar desde la cuenca Mediterránea hasta los países del norte de Europa y a oriente próximo.
Los productos eran genéricos y por lo tanto anónimo. Es por esto que a través del marcaje se le daba identidad a los envases, al contenedor, y no a los productos en sí que eran el verdadero objeto de intercambio comercial. La marca era un signo que identificaba al alfarero o al mercader, tenía la función de identificar el origen y el responsable de la circulación de las mercancías durante su transporte hacia destino. Cada ánfora contenía características propias de su origen con el cuál constituían un primer nivel de código de reconocimiento. También intervenían otros aspectos indicadores como las proporciones del cuello, de las asas, de la base y el color del barro. Las ánforas declaraban su procedencia desde lo formal (forma –color) y sobretodo de manera más intencional y explícita: las marcas que acuñaban en las asas de las mismas antes de cocerlas.
Entonces se pueden reconocer tres niveles de codificación:
Código material: tipo y color de arcilla.
Código formal: proporciones, cuello, etc.
Código marcario: siglas, anagramas y figuras.

Se puede concebir a estas tres combinaciones como el sistema de las marcas en ánforas de la Antigüedad.