miércoles, 14 de abril de 2010

La imagen de marca. Joan Costa

PARTE I
Las marcas nacieron en el contexto comercial, no con los productos objetos de intercambio y consumo, sino con sus envases. Su función era de “significar” lo cual estaba unida a la de “identificar”.
Las marcas nacieron y renacieron a través de la historia, la cual esta ligada con el hecho de marcar por incisión o presión sobre superficies como la piedra, el barro y la piel de los animales.
Una marca es un símbolo con intención de identificar algo, ya sea por el deseo de dejar constancia de la presencia personal (mediante una simple huella o trazado sin más significación) o el recurso de identificar algo, un lugar, una dirección. Esa identidad gráfica tiene la función de dejar una huella intencionalmente. “identidad gráfica” en el sentido de la elaboración de un signo con esa intensión identificadora. El hecho de marcar es una acción dirigida a la identificación y al mismo tiempo a la comunicación.

El autor propone cuatro etapas de nacimiento de la marca.
El primero, toma parte en la alta edad media a través de las inscripciones rúnicas. Estas no eran marcas independientes sino que constituían un alfabeto. Las runas son un sistema de signos y símbolos con carácter discursivo de inscripciones textuales que se emplearon para escribir las lenguas germánicas en la antigüedad y edad media. Más adelante aparecen en los primeros edificios egipcios y de las Grecia micénica, de la mano de los canteros o cortadores que labraban las piedras para la construcción de templos, un gran número de signos y símbolos con carácter marcario.
Cunado comenzó la arquitectura propiamente dicha, los canteros comienzan a firmar sus obras con intensión identificadora. Estos signos eran parecidos formalmente a los signos rúnicos, los canteros identificaban a través de ellos sus respectivos talleres. La función de marcar, sellar o firmar, están ligadas a los valores de identidad, autenticidad y garantía.
El principio del marcaje fue a través de la acuñación de la moneda, trabajo que le correspondía a los metalistas que marcaban el metal con un “cuño”. Este mismo sistema de acuñación se utilizó en la ganadería para marcar los animales, como también se utilizó en las imprentas durante el Renacimiento que se utilizó para acuñar “tipos”.
Con el nacimiento de la moneda la actividad comercial se consolida y se internacionaliza el intercambio de productos por dinero. En el siglo VIII A.c. los alfareros toman la idea de acuñar, mancaban el barro tierno de las vasijas, ánforas y jarras cuando se encontraron con la necesidad de empacar los productos (cereales, granos, aceite, vino, etc.) que tenían que viajar desde la cuenca Mediterránea hasta los países del norte de Europa y a oriente próximo.
Los productos eran genéricos y por lo tanto anónimo. Es por esto que a través del marcaje se le daba identidad a los envases, al contenedor, y no a los productos en sí que eran el verdadero objeto de intercambio comercial. La marca era un signo que identificaba al alfarero o al mercader, tenía la función de identificar el origen y el responsable de la circulación de las mercancías durante su transporte hacia destino. Cada ánfora contenía características propias de su origen con el cuál constituían un primer nivel de código de reconocimiento. También intervenían otros aspectos indicadores como las proporciones del cuello, de las asas, de la base y el color del barro. Las ánforas declaraban su procedencia desde lo formal (forma –color) y sobretodo de manera más intencional y explícita: las marcas que acuñaban en las asas de las mismas antes de cocerlas.
Entonces se pueden reconocer tres niveles de codificación:
Código material: tipo y color de arcilla.
Código formal: proporciones, cuello, etc.
Código marcario: siglas, anagramas y figuras.

Se puede concebir a estas tres combinaciones como el sistema de las marcas en ánforas de la Antigüedad.

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